lunes, 31 de agosto de 2009

Proyecto de Tesis


La idea de mi tesis surgió como un recorrido inevitable que en un comienzo me costo visualizar. Tiempo atrás cuando comenzó mi tesis la idea era encontrar a través de un  proceso fotográfico el realismo mágico en la ciudad de Santiago. El resultado del trabajo fue angustiante ya que rocé la parte caótica de la cuidad, en un intento por encontrar raíces dentro de esta selva de cemento me convertí en ruinas, dentro de mi confusión no logre ver la magia que motivo mi búsqueda inicial.
Tiempos confusos y de reflexión interna me alejaron del trabajo investigativo sobre Santiago  y mi intento desesperado por ver magia en la realidad gris de mi ciudad me envolvieron en un torbellino de emociones...y deserté.
En un deseo de alejarme la literatura llego a mis manos a través de diversos ensayos y escritores, mágicamente apareció el tema de la familia, la historia y la identidad. Así tuve que centrarme en mi realidad y mi historia  comenzando un reconocimiento de lo más cercano y sencillo que tenia, el pasado familiar. Por una clara jugada del destino me vi enfrentada a mi pasado y logre ver el realismo mágico que buscaba mas cerca de lo que pensaba.
Es aquí donde comienza el tema de mi tesis, que trata sobre mi familia: si, porque descubrí que desciendo de una familia donde soy la cuarta generación de fotógrafos, mi bisabuelo por el año 1930 le dio subsistencia y alimento a  la familia, gracias a la maquina “Minutera”, así junto a  su esposa le enseño el oficio a mi abuelo y este a su esposa, estos a quien luego traspaso sus conocimientos a mi padre que trabajo junto a mi madre para que luego  la fotografía llegara a mi sin yo conocer todo este recorrido.
Intentando reconocerme en mis propias raíces, me adueñe de las fotografías antiguas familiares, vislumbrando un reflejo, como una estrella fugaz, esa partícula de tiempo que se muestra. Así me di cuenta que las fotografías están investidas de un valor singular (como un tesoro). Se muestra la historia y la identidad con signos que hablan de continuidad que perduran en el tiempo.
Mi búsqueda de la magia en la realidad se hizo tangible al observar mi historia familiar en donde lo real se une a lo real maravilloso. Desde el momento en que la huella es producida por el impacto de los rayos luminosos en la emulsión fotográfica.
La posesión de la propia imagen ha sido desde siempre una de las mayores aspiraciones del ser humano. El retrato se convierte en un fetiche mágico, que reafirma nuestra existencia y asegura la presencia en este mundo, más allá de nuestra propia desaparición física. Una forma de exorcizar a la muerte. Un acceso a la eternidad.
Esa realidad cotidiana, el hacerse un retrato y quedarse con una parte de tiempo del pasado, desdoblarse o trasladarse en el tiempo en el aquí y ahora es un acto que une el pasado con el presente, como un túnel que viaja a través del tiempo. Esta huella es una unidad de la memoria, físicamente una reacción química, una información almacenada del recuerdo, la magia que viaja en el tiempo que esta enlazada al universo.
La magia es una mas de tantas realidades, así la fotografía es el material tangible y la huella, que contiene su propia magia, algo fantástico que no asombra a la realidad cotidiana formando parte de ella, tornándose un acontecimiento maravilloso.

La Historia Familiar


Eduardo Briones Fernández  mi bisabuelo nació en Mulchen en 1902 se traslado a Santiago en los años veinte para hacer el servicio militar obligatorio. Aquí en Santiago conoció a Rosa Fuentes con quien contrajo matrimonio en 1924 y tuvo  seis hijos: Luis Adolfo, José Ignacio, Juan, Cheo, Elena y Eugenia.
 
 En 1928 llega su hermano carabinero Bruno Jara Fernández desde Mulchen  y él le sede el puesto para ingresar al servicio de carabinero. Por el poco dinero que recibía  optó por aprender un nuevo oficio.
 Bruno Jara llega con su  esposa Teodorinda Monsalve Valdez y le enseña a Eduardo a sacar fotografías con la cámara de cajón o minutera.
 
 Así empieza a recorrer las calles de Santiago con su cámara al hombro y con algún telón de fondo, para retratar a la ciudadanía popular.
 
 Rosa que por esos años lavaba ropa ajena para poder alimentar a sus hijos también se dio cuenta  que la fotografía podía ser un buen ingreso, así junto a Eduardo  caminaron para retratar al ciudadano por los diferentes lugares públicos: plazas, cementerios, y en la Quinta Normal como fotógrafos estacionarios.
  
Ya por los años cuarenta asistían a el “Polígono”(Gaspar de Orense con San pablo) lugar de encuentro para los habitantes de la comuna de Quinta Normal y Barrancas (actual Pudahuel) en donde se celebraban fechas importantes como el  18 de septiembre. Aquí se usaba como escenario una madera pintada que le daba forma a un caballo para retratar generalmente a los niños  y un telón de fondo que podía ser un paisaje de playa.
 
 

Poligono 1954


Luis Adolfo a los 10 años tomo la cámara y como buen observador aprendió solo a usarla y conocer  aquella cajita mágica. En el 1940 ya trabajaba  en el polígono y recorre plazas en diferentes comunas como: Maipú,  Barrancas, en poblaciones y quintas de recreo. También fue técnico textil y mecánico.
A los 13 años, Eduardo le fabrica una minutera a su hijo José Ignacio (1945). Convirtiéndose en fotógrafo ambulante. En 1950 contrae  matrimonio con Florisa del Carmen Castillo Canales a quien fabrica una maquina  minutera o de cajón. 
Mi bisabuelo recorría las calles desde el paradero 1 hasta el 18 de la gran avenida y sus poblaciones. Con mi bisabuela  se estacionaban en la quinta normal con un caballito de madera y un sillón.
Así la familia Briones  arrendaban una casa en Cartagena por todo el verano para estacionarse en la playa con un barquito de madera y así retratar al veraneante. Cinco de seis hijos adquieren este oficio y trabajan por algunas décadas en la playa grande y chica de Cartagena, y José Ignacio también recorre las playas de  San Sebastián y Costa Azul.
El 14 de mayo de 1968 se forma el “Sindicato Nacional  de trabajadores independientes Fotógrafos  estacionarios y ambulantes de Chile” que fue integrado por la familia Briones, Alejandro Martínez Rojas como fundador y socio numero uno   ( fotógrafo minutero que trabaja actualmente en la plaza de armas de Santiago). Se  obtuvieron diferentes beneficios para comprar productos fotográficos mas baratos y poder trabajar  con un permiso en la Quinta Normal, que en esos años pertenecía al Ministerio de Agricultura.
En los años 50 Eduardo Briones Fernández adquiere una polaroid en blanco y negro y en los años 60 aparece la instantánea en color que su precio era bastante mas elevado que una fotografía  en la minutera, así si  una fotografía con la minutera costaba un peso con la instantánea costaba mil pesos.  Cartagena se lleno de fotógrafos con cámaras  instantáneas kodak.

La polaroid reemplaza a la minutera

MI padre...


En 1952 nace mi padre Ricardo Briones castillo hijo de José Ignacio Briones y Florisa Castillo. Crece entre los barquito en la arena en Cartagena y sus familiares fotógrafos. A los 18 años  obtiene su primera cámara minutera. Y en 1970 obtiene su primera 35mm.
 La fotografía despierta en el como algo mas que un oficio y aparte de sacar fotografías en la Quinta Normal también  recorre calles y por los años 70  decide tomar algunos talleres de fotografía con Bob Borowicz Lewinka y coloca un local con el nombre de “fotorichad” donde hace retratos  y la gente lo busca para sacar fotografías en los colegios, en eventos sociales, fiestas, cumpleaños, matrimonios y bautizos en la comuna de Cerro Navia y  Pudahuel.
 
En la quinta normal...
“Yo tenia 18 años me levanta temprano, tomaba desayuno y partía a la Quinta Normal en una micro, llegaba tipo diez a la quinta.
Armaba la maquina e iba a alguna llave  de los jardines y llenaba el tarro con agua limpia. En unas botellas llevaba el revelador y el fijador preparado y llenaba las cubetas. El tarjetero lo llevaba lleno y papel cortado en sobres negros de repuesto, dejaba todo listo y  esperaba a que  se acercaran los clientes. La gente se arrimaba  a ver las muestras y consultaba precios, y yo les decía “ una fotito, salen claritas” y era verdad por que   me preocupaba de que la fotografía quedara buena, incluso perdía material y la repetía cuando le encontraba algún detalle.
 Así  me hacia  de clientela por que trabajaba bien y vendía la mejor fotografía. Habían horas que la fotografía quedaba mejor por la calidad de la luz, era en la mañana y en la tarde.
Se usaba papel brillante grado 1 marca Talbot o Kodak en tamaño postal, y el negativo se tomaba en la mitad de la postal.
 La gente podía ser una persona dos, tres, cuatro, se  ponía como  a tres o cuatro metros, la encuadraba con un visor que tenia arriba la maquina y se dejaba lista para la toma, se le decía “no se mueva un segundito” y se le daba como un quinto de segundo al obturador, era algo rápido y ya estaba disparada la fotografía. Ya se había puesto la mitad de una postal en el porta papel chico, enseguida  se introducía la mano por la manga se sacaba el papel  para echarlo a la cubeta del revelador. Entonces se abría una ventana  que tenia un filtro rojo que dejaba entrar solo la luz que necesitaba para ver la imagen en negativo. Arriba  de la maquina había un orificio  que tenia un resorte que se podía cerrar y abrir para ver el resultado y así poder  fijar la imagen. Se dejaba un rato la sacaba  y la echaba al tarro  con agua para enjuagarla. El negativo mojado se colocaba en la paleta delante del objetivo de la cámara para poder hacer el positivo de la fotografía. La gente se llevaba la fotografía húmeda  para secarse  en el sol ambiental y siempre quedaba contenta con el resultado ya que se veía en su retrato a los pocos minutos.
 A veces la gente llegaba a ultima hora  donde no  quedaban rayos de sol, ya casi sin luz  la  imagen igual  quedaba plasmada en el papel.”
Carta de mi padre.


En tren a la playa


“ Estamos recién casados con Fanny en el año 1973.... nos vamos a la playa a San Sebastián y Costa Azul... el tren  iba lleno y nos íbamos a sacar fotos con la minutera. Yo me iba  a la playa en la mañana y recorría la costa  ofreciendo las fotos, “una fotito” ofrecía  a toda la gente. Caminaba un rato y después me paraba, por si alguien quería alguna fotografía. Se trabajaba todos los días durante los dos meses del verano, durante el fin de semana era donde la gente se sacaba mas fotografías. A veces llegaban varias micros con gente de campo, y ellos si que se sacaban retratos, cada uno se llevaba varias fotos y con ellos uno se “caía a un hoyo”, que quería decir que estabas horas y horas sin poder salir de ahí o sea sacar y sacar fotos.
Yo me cargaba  la maquina al hombro y salía a recorrer las playas con la cotona blanca, con el tarro de agua dulce y las botellas con químicos en los bolsillos. Si alguien    quería  una fotografía yo paraba, llenaba las cubetas de  los líquidos  y procedía a tomar la foto. Hubo un año que salió la cámara kodak instantánea en color y la  vendieron en la FISA en octubre, partí corriendo a comprarla. Ya  en el verano  con las dos maquinas la minutera y la  instantánea color, la gente empezó a comprar las fotografías en color, y su precio era bastante  mas elevado. De ahí en adelante la minutera y la  fotografía en blanco y negro  quedo en el baúl de los recuerdos”... 
Carta de mi padre

sábado, 29 de agosto de 2009

Funcionamiento



La fotografía se basa en dos principios: uno óptico y un principio químico. El principio óptico consiste en el “fenómeno de la cámara oscura”
El principio químico consiste en la especial propiedad de las sales de plata de ser fotosensibles a la luz. La luz transforma  las sales de plata provocando un depósito de plata en la superficie del papel fotográfico.
La cámara de cajón o “minutera” es un tipo sencillo de cámara. Se trata simplemente de una caja rectangular opaca a la luz provista de un objetivo muy elemental  dirigido hacia un objeto bien iluminado hace que se proyecte la imagen invertida en su lado posterior. La cámara minutera con su lente Agfa con f:4.5 / 10.5cm  hace que la imagen  se proyecte  invertida con el vidrio esmerilado en  el interior.  El porta tarjetas o chasis que a la ves permite con su movimiento dar nitidez a la imagen para enfocar según la distancia del lente con respecto al objeto, tiene dos tamaños: tamaño postal (9x14cm.) y media postal (4,5x7cm.) Incluyen en su interior dos cubetas una para el revelado y otra para el fijado de la imagen.
La tradicional cámara minutera esta provista de una manga de género que permite al fotógrafo maniobrar en ese mínimo cuarto oscuro.